jueves, 28 de junio de 2012

Día del Orgullo Gay





Estas esculturas están realizadas por George Segal y se encuentran en Christopher Park, en Nueva York. Es un pequeño jardín que rellena un mínimo ensanchamiento de la calle entre Christopher y la Séptima avenida, en el corazón de Greenwich Village. La cola de turistas para fotografiarse junto a las cuatro esculturas suele ser importante, aunque muy pocos saben el motivo real por el que fueron creadas.
Y es que este parquecito se encuentra justo frente al Stonewall Inn, el bar de ambiente homosexual donde la madrugada del 28 de junio de 1969, una serie de manifestaciones y enfrentamientos con la policía fueron el catalizador del movimiento para los derechos de la comunidad LGTB. Durante las primeras horas de revuelta, fue en este parque donde la gente empezó, no solo a indignarse, también a organizarse. Habían sido años de hartazgo: la década de los sesenta fue especialmente cruenta, las redadas policiales, las palizas y los encarcelamientos eran continuos, con el beneplácito y rechifla de autoridades y comunidades religiosas. 
El BASTA YA iba de boca en boca, y los residentes del Village se echaron a la calle, incluidos muchos heterosexuales.
Han pasado cuarenta y tres años desde aquello y no a todos nos ha ido igual. A pesar del avance experimentado en igualdad de derechos y reconocimiento social, en general el balance mundial es bastante triste.
Y me vais a permitir que, en un día tan importante en la lucha por los derechos civiles, dirija mis pensamientos precisamente a toda la gente que no lo puede celebrar.
Países en los que la homosexualidad está penada, incluso con la muerte.
Otros, algunos muy cercanos a nosotros, en que la opresión está instalada en la conciencia colectiva.
Otros más, que aunque no ejerzan una opresión activa contra el colectivo LGTB, pasen del mismo como de la peste, siendo objeto continuo de mofa.
A todos los adolescentes aterrorizados ante su propia sexualidad, con miedo hacia sus padres, sus compañeros de escuela, sus amigos… Los que tienen que escuchar las barbaridades de políticos estúpidos y las atrocidades que escupe la iglesia, la misma que está llena de homosexuales, la misma que encubre a los pederastas.
A todas las personas que no pueden vivir abiertamente su sexualidad, obligándoles a llevar una vida triste, llena de mentiras, oscura; obligándoles a ser infelices. 
Y, por último, a todos los gays, lesbianas, transexuales… que han dejado su vida en esta lucha. 
A mí sí que me importa la muerte de todas estas personas.

1 comentario:

  1. Es triste pensar que todavía existe tanta intolerancia hacia que vertiente tiene cada uno con su sexualidad. Aunque este prohibida en algunos países no por ello deja de existir. Demasiada hipocresía e intolerancia... Hay cosas que jamás llegaré a entender.

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