domingo, 29 de julio de 2012

Gallardoncito y sus abortos.


Con la que nos está cayendo encima: el país a punto de caramelo para la intervención, la pobreza adueñándose de las calles, los ciudadanos instalados en la melancolía, el gobierno agobiado y superado por la crisis… Y hete aquí que nos aparece Gallardón. Éramos pocos.
Nuestro flamante ministro de justicia, extraña mezcla de yuppie y niño repelente, alza su escaso cuello entre la bancada pepera erigiéndose adalid del buen cristiano, de las costumbres y valores auténticos y defensor a ultranza de la vida de los demás. Nacional catolicismo en estado puro, vamos.
Este muchacho tenía ganitas de ministerio desde hacía años. Vamos, que lo sabían hasta en el Sálvame. Rajoy, misericordioso, le concedió el deseo, en ese vaivén que se traen los políticos para elevar a los altares no a quien más valía tiene, sino a quien mejor hace la pelota. De paso, permitió que la Botella, otro dechado de virtudes para quien no encuentro adjetivos, accediera a la alcaldía de Madrid mediante el sistema de “por mis ovarios”. Y es que nuestra excelente democracia permite tranquilamente que un buen puñado de políticos se apoltronen en sus sillones sin pasar por las urnas, pasándose la opinión de la ciudadanía por el mismo sitio donde amargan los pepinos.
Se rumorea que Albertito deseaba el Ministerio de Defensa, vaya usted a saber por qué, pero el presi, en su inmensa sabiduría, lo vio más como justiciero. Vaya usted a saber por qué, también, porque aquí poco importan los estudios o la trayectoria laboral de las personas, de Defensa se puede pasar a Sanidad y de ésta a Economía y de ahí dar el salto a concejal de festejos populares en un santiamén. 
País.
Bueno, como iba diciendo, Gallardón esperaba otra cosa, pero como chico aplicado que es, se ha tomado tan en serio su nuevo trabajo que quiere dejar huella: retrotraer los derechos de las mujeres a épocas que ya creíamos olvidadas. Con el paso atrás en la nueva ley del aborto volvemos a ser el pitorreo de Europa, basta echar un vistazo en Internet a la prensa de nuestro alrededor. Volverán los viajes a Londres (para quien se lo pueda pagar), los abortos clandestinos (para quien no), y el cachondeo del psiquiatra de turno para que firme el informe que diga que la señora que tiene ante sí está como una chota.
Según una encuesta que sale hoy el El País, ni siquiera los votantes del PP están de acuerdo con la nueva atrocidad que nos quieren imponer. Eso sí, a quedar bien con la iglesia católica. La misma iglesia que dice atrocidades de los homosexuales y de las mujeres que abortan, pero que tapa con morbosa habilidad los abusos sexuales a niños. Nacional catolicismo en estado puro.
País. 
Ruiz-Gallardón está contento. Pobrecito, ha conseguido su mayor ilusión y todos debemos de congratularnos con su felicidad. ¡Con lo que debe de haber sufrido hasta llegar a ser miembro de un gobierno de la nación!
Y, si de paso, consigue hacer volver a España a la década decente de los cincuenta, miel sobre hojuelas. Económicamente ya lo estamos.
        Enfín, un aborto más de este gobierno. 
País.

martes, 17 de julio de 2012

Canal 9 s'en va a la merda




Programas basura, propaganda partidista que llenaba de vergüenza a trabajadores y televidentes, gastos descomunales en lo que para Camps, Rita y toda la retahíla de insurrectos que llevan pegados al trasero es la “Valencia Grande y Libre”… En eso se había convertido Canal 9 desde que en 1995 el PP se abalanzó sobre la televisión valenciana en plan para chulo mi pirulo.
La pérdida constante de audiencia ha sido una lacra constante desde entonces, y somos un tropel los que hace años que ni recordamos tener una tecla 9 en nuestro mando a distancia.
Lo primero fue huir de los informativos como de la peste bubónica: abominable la manipulación, bochornoso el modo de cubrir las noticias, y como ocultaban unas o tergiversaban otras. En la parrilla aparecían programas de producción propia tan horteras que daban vergüenza ajena, alimentados de crónicas ajadas y mustias. El segundo canal autonómico llegó con algo de aire fresco, pero aquello duró poco y terminó contagiándose del decaimiento general que sufrimos todos los valencianos.
Y la guinda del pastel la pusieron los “grandes acontecimientos” que nuestra excelsa Comunitat se merece. 
Vino el Papa, nada menos. Años se ha pasado la oposición preguntando al espabilado de Camps y Cia que cuantos millones nos había costado la broma, y que si quieres arroz, Catalina. El President, con un par, nunca lo dijo, pero sí expresó “que para el Papa, cueste lo que cueste”. Oye, y que se quedó tan ancho. Leo en la prensa que Pedro García, director general del ente aquel año, adjudicó el sonido del evento a una empresa tapadera de la trama Gürtel. Todos esos angelitos están imputados. Ya veremos que queda de todo eso.
La Copa América, la liga, la F1. Todo servía para intentar cortar el desangre de audiencia de la televisión. Las cantidades abonadas por actos deportivos dan repelús y no lograron devolver, más que puntualmente, una audiencia quizá perdida para siempre; algunas, como la Fórmula 1, puede ser que nunca nos la quitemos de encima. 
Canal 9 está bajo sospecha por diversas compras realizadas y la Sindicatura de Comptes tiene una lista kilométrica por las malas artes realizadas. El monto total de la deuda alcanza los 1.200 millones de euros.
Una joyita, vamos, de la que el PP ni el gobierno valenciano son responsables, por supuesto. La culpa de esto también es del ejecutivo anterior. 
El NODO de Rita, Paco, Alberto, Ricardo y un largo etcétera llega a su fin. Ellos lo han arruinado, vapuleado, mangoneado, chupeteado y hundido. 
¿Responsables? Uy, ninguno. A mi plin, mira como me han vuelto a votar.
El 76% de la plantilla, que se dice pronto. 1.295 trabajadores a la calle. La secretaria del director se queda, que el pobre hombre como va a estar sin telefonista; y la señora de la limpieza, porque, claro, que como se va a poner él a limpiar.
Cientos de familias que han dejado los mejores años de su vida en el canal autonómico se quedan sin trabajo por la mala gestión de unos sinvergüenzas.
Una piedrecita más de las que se nos están metiendo en los zapatos.

viernes, 13 de julio de 2012

A joderse tocan



          Ella dice que el insultó lo dirigió a la bancada socialista. Qué va a decir. 
       Y yo, que en el fondo soy un pedazo de pan quiero creer que el exabrupto no lo fue hacia los parados. Pero igual da. Una persona pública, que ha sido votada por un montón de ciudadanos y no es diputada por la gracia de dios no está en el Congreso para perder los papeles y decir barbaridades cuando le venga a bien.
         Andrea Fabra es hijísima del excelentísimo Sir Fabra de Castellón, esposísima de otro exquisito miembro del PP y derechísima por convicción. Con semejante currículum, sé que el próximo domingo acudirá a misa y pedirá perdón por su mala lengua, su odio y su mirada aviesa. No hacerlo iría en contra de sus ideales.
         Cuánto apostáis a que este dechado de virtudes y buena educación ni dimite ni la cesa su partido.

¡Jódete tú, bonita!



Mentiras arriesgadas


         El Partido Popular ha incumplido todas y cada una de sus promesas electorales. Resulta como menos curioso ver los vídeos de hace unos meses, cuando aún estaban en la oposición y nos aseguraban que nos llevarían al paraíso al día siguiente de las elecciones. Ahora, cuando se sienten acorralados por la prensa, se escudan en la herencia recibida, “la peor de la democracia”, aseguran; y cuando ese argumento ya no les vale, porque empieza a oler, el parapeto es la Unión Europea. 
        Chachi piruli, eso les asegura invulnerabilidad: ellos no son culpables de nada y tienen derecho a hacer lo que les venga al pairo.
Hoy, viernes 13, ha sido la última. El consejo de ministros nos ha dado un golpe bajo que ya veremos las consecuencias que traerá. Y, entre tantas medidas, ninguna dirigida a las grandes fortunas, a las grandes empresas, a la iglesia, a la casta política que seguirán disfrutando de unos beneficios descomunales. Dicen que si presionan a los empresarios despedirán a más gente. Vamos a ver, si lo están haciendo desde hace mucho tiempo, y más ahora, que les dejan manos libres para esclavizar a sus empleados. Respecto a los que más tienen, empiezo a creer que no quieren tocar sus ingresos por un problema de casta. Y la iglesia seguirá manteniendo un sistema de beneficios que parece sacado de un códice escrito en la Edad Media. 
¿Y los políticos? Corren por Internet infinidad de datos sobre la cantidad de dirigentes que tenemos en España en comparativa con otros países de nuestro entorno. No soy ningún experto en el tema, pero hay un asunto en debate desde hace muchos años, antes  incluso de que empezara esta crisis: las diputaciones provinciales.
Si alguno de los lectores puede explicarme de manera comprensible para qué sirven las diputaciones provinciales, le ruego me lo explique. Para mí es tan incomprensible como el chino mandarín. Le estaré muy agradecido si me hace ver la luz. 
Hace años un amigo común me presentó a un político, y no dejé pasar la oportunidad de preguntarle por el tema. El hombre, con voz seria, muy de circunstancias, se enfrascó en un monólogo farragoso e incoherente. El pobre se aturulló, repitiendo machaconamente las mismas frases de manual. 
—Es decir —le resumí, sacándole del apuro—, que tú tampoco tienes ni pajolera idea de para qué sirven las diputaciones.
Estos diputados se defienden con uñas y son protegidos por el resto de políticos. Menudo chollo, como para perderlo. Pero sus argumentos no me cuadran: sus competencias son estupendísimamente asumibles por la maquinaria de las comunidades autónomas, además de que ambas entidades tienen atribuciones duplicadas. Hay representantes en los parlamentos regionales a los que no les vendría nada mal ocuparse de esos asuntos. Porque hay gente que trabaja, que se toma en serio su cometido; pero de que hay un buen puñado de holgazanes tampoco hay ninguna duda. 
Para rematar el cuadro diputacional, sus integrantes no son elegidos por votación popular, su composición se realiza por elección de los concejales electos de los ayuntamientos.
Pero me dejaré de historias. Es vox populi que las diputaciones provinciales han sido y son el refugio para que el amiguismo entre los políticos campe a sus anchas. Y así nos va.
        Lo de las diputaciones no es más que un ejemplo de los muchos que podría poner, desde luego. Pero, en general, ¿cuánto nos cuestan estos entes? Una barbajanada de la que nadie habla ni a la que quieren meter mano.
Lo que decía más arriba: los recortes, las penalidades, para los más débiles y para la sufrida clase media, que es, a fin de cuentas, quien sustenta la economía. Y sorprende más aún que no tomen ninguna medida para estimularla. Es como recuperar a un enfermo sin suministrarle medicamentos. Que se cure solo… o que reviente.
Estas Navidades, con dos millones de familias de funcionarios sin paga extra, van a consumir lo que yo os diga. Menos consumo, menos contratos para la temporada, más depresión. ¿Le compensa al Estado el ahorro en las pagas con la disminución de ingresos que la menor actividad económica conllevará? ¿Y el abatimiento con que todo esto empapa la conciencia colectiva?
Otra cosa que alguien nos tendrá que explicar es de qué nos vale el banco central europeo (me niego a escribir en mayúsculas semejante bicho), que más parece la banca del Monopoly que una central monetaria al uso. No inyecta dinero cuando hace falta, como hacen otros bancos centrales y la institución se comporta como si de la familia real germana se tratara.
Aquí va haciendo falta una persona que se plante, llegue a Bruselas o donde haga falta y diga que ya está bien, que todo tiene un límite, y que no es de recibo empobrecer a la gente por culpa de la avaricia ajena. Que hay problemas por solucionar, pero no por ello hay que mandar a ciudadanos inocentes al patíbulo.
Mucho me temo que nuestro emérito gallego no es la persona adecuada. Las mentiras del gobierno y del PP conllevan un riesgo tremendo de imprevisibles consecuencias.

martes, 10 de julio de 2012

Entrevista en la Revista Miralls


Me han realizado una entrevista en la Revista Cultural Miralls.
Desde aquí quiero darles las gracias por esta magnífica oportunidad que me brindan de dar a conocer mi novela.

Haz clic en el siguiente enlace:

Revista Miralls

lunes, 9 de julio de 2012

Najiba




No voy a colgar el vídeo en mi blog. Quien tenga estómago que lo busque por Internet. Najiba, una joven afgana de 22 años, ha sido asesinada en su país de no sé cuantos tiros ante la presencia entusiasmada de un centenar largo de hombres que daban gritos de alegría ensalzando a Alá y al Islam. 
Delito del que se acusaba a Najiba: adulterio. 
En una hora escasa, sus verdugos la apresaron y llevaron a cabo el espantoso asesinato.
Pocos comentarios se me ocurren más.
Bueno, uno sí: ayer se celebró en Tokio la Conferencia de Donantes (así, con mayúsculas lo escribe la prensa), que tiene el encargo de poner dinero para la recuperación económica de Afganistán.
¿Recuperación económica? 

domingo, 8 de julio de 2012

El Códice manoseado




No soy el único que se ha dado cuenta, no hay más que navegar un rato por Internet. Desde que la policía recuperó hace unos días el Códice Calixtino hemos podido observar por las fotos aparecidas en la prensa como todo quisque sobaba y manipulaba el incunable sin medidas de protección. El agente de policía que lo saca de la bolsa de plástico y lo entrega al arzobispo de Santiago, éste que lo abre sin más para enseñar su interior a las cámaras, el presidente Rajoy que se lo vuelve a dar a monseñor… Existe incluso una instantánea donde el irremplazable Códice nos muestra su sorprendente interior mientras cuatro dedazos sujetan las páginas… Ninguna de estas personas ha usado guantes al tocarlo.
El libro, sin duda, habrá sufrido, envuelto durante todo un año en una bolsa de basura, escondido en una garaje a merced de la humedad, el frío y las alimañas. Esto ya no tiene arreglo, pero sorprende la falta de celo para manipular un manuscrito del siglo XII.
Afortunadamente, el rumor que empezó a correr unos días sobre que el Códice tenía apuntes hechos con bolígrafo no es cierto, pero si podemos observar claramente como varias hojas están señaladas por trozos de papel (espero y deseo que no sean posits), como si de un recetario de cocina gallega se tratara. 
Y yo no puedo dejar de preguntarme: ¿la catedral de Santiago es el mejor lugar para que esta joya irrepetible descanse? Creo que no.
Según informaciones aparecidas hoy en El País, el señor que ha confesado el robo llevaba 25 años (que se dice pronto), sacando objetos y dinero del cepillo del templo como si de una tienda de todo a 1 euro se tratase. Se le han encontrado más de millón y medio de euros en efectivo y compraba inmuebles a tocateja como quien compra una cajetilla de cigarrillos. El ladrón, metódico él, llevaba un control exhaustivo de los robos realizados, por lo que los investigadores no van a tener que quebrarse mucho la cabeza en el asunto.
Esto es lo que va saliendo a la luz. Da grima pensar en lo que no sabemos y en lo que otras personas habrán hecho aprovechando las indiscutibles carencias en la seguridad de la catedral.
El Códice Calixtino es patrimonio de la sociedad. En realidad, lo es todo lo que es de la iglesia, porque todo el mundo sabe cómo y con qué artes la católica ha hecho su patrimonio a costa de la pobreza, el terror y la ignorancia de la gente. Pero centrándome en el incunable diré que debe de estar en un lugar adecuado para su conservación. Un manuscrito así necesita de condiciones óptimas de humedad y temperatura y dentro de un aire donde las bacterias no puedan desarrollarse.
Y, sobre todo, en un lugar con una seguridad excepcional, manipulado por expertos que, estoy seguro, usaran las medidas adecuadas en su manipulación.
Por favor, no soben más el Códice Calixtino.

viernes, 6 de julio de 2012

Toda la culpa es de los funcionarios


De la crisis, de los incendios devastadores en el interior de Valencia, de la prima de riesgo, de lo hediondez en Bankia, del disparo de Froilán y de los problemas matrimoniales de Belén Esteban. Tanto tiempo dándole vueltas, buscando el origen de los problemas, a los responsables de la situación en la que se encuentra el país y va y resulta que esos culpables los tenemos en casa: LOS FUNCIONARIOS. Al parecer, mala plaga donde las haya.
Lo último que está pensando el gobierno es quitarles la paga extraordinaria de Navidad, lo que unido a las rebajas de sueldo que ya sufren facilitará que la bolsa suba como la espuma y la Esteban se arregle, de una puñetera vez, la nariz.
A esto se está limitando el ejecutivo para atajar la crisis: ahogar a los más débiles. A la gente que se levanta cada mañana para ir a trabajar, hace cábalas para compaginar la vida laboral con la privada o se deja la vista buscando un trabajo inexistente navegando por Internet.
Este es un país donde los ladrones y malversadores de fondos públicos son unas bellísimas personas, llenas de carisma; los políticos corruptos no existen por la impepinable regla de que siguen siendo votados en masa, y a los evasores de impuestos y los que han forjado una fortuna traficando con droga o explotando a mujeres se les indulta, pagando unos impuestos tan irrisorios que ya los quisieran para sí muchos de los tan denostados paraísos fiscales.
Rajoy, arrastrando las eses una barbaridad, dice que va a hacer “todo lo posible” para salir de la crisis. Miedo me da, porque menudos antecedentes. En un concurso sobre “mentiras electorales”, el PP colmaría todos los primos, menciones y accésit que se concedieran.
Nos quieren hacer creer que en semejantes circunstancias no hay otra manera de hacer las cosas. Mienten. Y ejemplos recientes existen, a pesar de la coyuntura negativa mundial: Estados Unidos, Suecia, Reino Unido… Basta con cortar por lo sano lo que está mal (que lo hay), apartar y procesar a los culpables (no auparlos) y llamar a las cosas por su nombre (basta de eufemismos).
Evidentemente, los funcionarios no tienen la culpa de la avaricia de los bancos ni de la ineptitud y corrupción de la clase política. Como no la tiene la ciudadanía en general.
El por qué, sin embargo, esos ciudadanos vamos a pagar el grueso de la crisis es algo sobre lo que alguien, algún día, deberá de dar explicaciones. Y nosotros se las tenemos que pedir.
De lo contrario, serán las generaciones venideras quien pague las consecuencias.