domingo, 8 de julio de 2012

El Códice manoseado




No soy el único que se ha dado cuenta, no hay más que navegar un rato por Internet. Desde que la policía recuperó hace unos días el Códice Calixtino hemos podido observar por las fotos aparecidas en la prensa como todo quisque sobaba y manipulaba el incunable sin medidas de protección. El agente de policía que lo saca de la bolsa de plástico y lo entrega al arzobispo de Santiago, éste que lo abre sin más para enseñar su interior a las cámaras, el presidente Rajoy que se lo vuelve a dar a monseñor… Existe incluso una instantánea donde el irremplazable Códice nos muestra su sorprendente interior mientras cuatro dedazos sujetan las páginas… Ninguna de estas personas ha usado guantes al tocarlo.
El libro, sin duda, habrá sufrido, envuelto durante todo un año en una bolsa de basura, escondido en una garaje a merced de la humedad, el frío y las alimañas. Esto ya no tiene arreglo, pero sorprende la falta de celo para manipular un manuscrito del siglo XII.
Afortunadamente, el rumor que empezó a correr unos días sobre que el Códice tenía apuntes hechos con bolígrafo no es cierto, pero si podemos observar claramente como varias hojas están señaladas por trozos de papel (espero y deseo que no sean posits), como si de un recetario de cocina gallega se tratara. 
Y yo no puedo dejar de preguntarme: ¿la catedral de Santiago es el mejor lugar para que esta joya irrepetible descanse? Creo que no.
Según informaciones aparecidas hoy en El País, el señor que ha confesado el robo llevaba 25 años (que se dice pronto), sacando objetos y dinero del cepillo del templo como si de una tienda de todo a 1 euro se tratase. Se le han encontrado más de millón y medio de euros en efectivo y compraba inmuebles a tocateja como quien compra una cajetilla de cigarrillos. El ladrón, metódico él, llevaba un control exhaustivo de los robos realizados, por lo que los investigadores no van a tener que quebrarse mucho la cabeza en el asunto.
Esto es lo que va saliendo a la luz. Da grima pensar en lo que no sabemos y en lo que otras personas habrán hecho aprovechando las indiscutibles carencias en la seguridad de la catedral.
El Códice Calixtino es patrimonio de la sociedad. En realidad, lo es todo lo que es de la iglesia, porque todo el mundo sabe cómo y con qué artes la católica ha hecho su patrimonio a costa de la pobreza, el terror y la ignorancia de la gente. Pero centrándome en el incunable diré que debe de estar en un lugar adecuado para su conservación. Un manuscrito así necesita de condiciones óptimas de humedad y temperatura y dentro de un aire donde las bacterias no puedan desarrollarse.
Y, sobre todo, en un lugar con una seguridad excepcional, manipulado por expertos que, estoy seguro, usaran las medidas adecuadas en su manipulación.
Por favor, no soben más el Códice Calixtino.

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