miércoles, 7 de noviembre de 2012

Matrimonio igualitario: 8 a 3


Pocas resoluciones del Tribunal Constitucional han tenido tan amplia mayoría en sus resoluciones. Si podemos estar contentos o no por ese hecho lo dejo al gusto personal, pero que haya tardado siete (7) años en pronunciarse es como para decirles: “Chicos, buscad otra profesión”. A mi familia y a mí nos va a costar trabajo olvidar estos años de incertidumbre, acoso, insultos y animaladas varias que se han vertido sobre nosotros y nuestras familias.
La extrema derecha patria, la iglesia y asociaciones afines, tan prolíficos como tenebrosos, no abandonan, ni mucho menos, su empeño revanchista. No hay más que darse una vuelta en Internet por sus panfletos de propaganda para comprobarlo. 
Pues bien, los tiempos de miedo (o como mínimo de desasosiego) para el colectivo LGTB ha llegado a su fin. La derechona casposa podrá patalear, insultar y descalificar para mantener a su rebaño feliz, pero tendrán que sacar sus látigos para flagelarse si quieren arrancarse la rabia.
La legalidad de la ley de matrimonio igualitario es indiscutible, pero también es mucho más. Es un espaldarazo a la libertad individual y colectiva, al respeto ajeno, a la diversidad… Y es una ley que, simplemente, amplia derechos, no se los quita a nadie. 
Pero da igual los razonamientos que expongamos y el tono en que los expresemos. A los de siempre todo eso se la trae al pairo. Bueno, pues con su pan se lo coman. 
En cualquier caso, desde aquí hago un llamamiento a esos colectivos recalcitrantes por si quisieran aprender un poco de respeto al prójimo, ya que todo el colectivo homosexual podemos darles un máster al respecto.
Llevamos toda la vida haciéndolo.
Y que no se asusten. Es mucho más fácil de lo que parece. 

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