miércoles, 9 de enero de 2013

Convergència... ¿i?

Ya es oficial: Unió Democràtica de Catalunya pasa a llamarse Unió Democràtica de Cacos. Ha sido un camino difícil, ¿eh?, ya que el sumario llevaba abierto la friolera de veinte años.
El asunto es así:
UDC se quedó casi con 400.000 euros que la Unión Europea tuvo a bien de enviar a la Generalitat y cuyo destino era la formación de parados. Como el drama del paro se la trae floja, pues mejor que ese dinero sirviera para engordar sus arcas. Tras lustros de negar por activa y por pasiva esa financiación ilegal, ahora dicen que sí, que aquello pasó, que chorizaron. ¿Juicio? ¿Sentencias condenatorias? ¿Culpables? Que va, para nada. Hete aquí que amanecemos con la nueva de que nuestro inigualable sistema judicial admite que se declaran culpables, devuelvan la pasta y el caso pase a mejor vida.
¡Visca la justícia! han gritado hasta el desgañite los dirigentes y militantes del socio de Convergència y que también lleva las riendas del actual Govern. 
Y, ya de paso, mientras gritaban enloquecidos, se reían de los parados, de la crisis, de las subvenciones europeas y del rosario de la aurora. 
Legalmente, aquí no ha pasado absolutamente nada.
Otra perla del escenario nacional, el Conde-Pumpido, ha dicho que no ha habido trato de favor y que la ley lo permite.
Me pongo a imaginar, y me veo quedándome indebidamente una cantidad de dinero similar. ¿Cuánto tardaría en entrar en chirona? ¿Podría yo, un simple ciudadano en paro, mondo y lirondo, alargar el tema veinte años para conseguir, al final, devolver lo sustraído y quedar impune?
No. 
Pero ellos, sí. 
¿Cuántos parados se quedaron sin cursillo? 
¿Quién o quiénes dieron las órdenes para proceder así?
¿Qué fue de ese dinero. Cómo se gastó? 
Y si fue invertido, ¿dónde fueron a parar los beneficios?
Jamás vamos a saber las respuestas a esas preguntas. Jamás. 
El resto de grupos políticos (excepción hecha de Convergència, por supuesto), no ha tardado nada en salir a la palestra para pedir dimisiones y explicaciones. 
Y lo han hecho sin el más mínimo rubor, cargados de razón, como si ellos tuvieran las manos limpias.   
Hoy no me siento condescendiente. 
Me cisco en nuestros políticos, partidos, jueces y fiscales, presidentes, directores generales y demás fauna, enchufados y soplapollas, pelotas, famosillos macarras o chonis, vividores y jauría eclesiástica. 
País. 
  

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