miércoles, 24 de abril de 2013

Vive la France!







Francia aprobó ayer su ley de matrimonio igualitario. Un largo camino para nuestros vecinos galos, que a base paciencia y trabajo han logrado que la sensatez se instalara en muchas conciencias. Los franceses hicieron su trabajo cuando tocaba, viendo con alarma como sus vecinos conseguían lo impensable hace pocos años y ellos quedaban en la cola. Parecía el mundo al revés: el país de las libertades retrocedía y las familias LGTB estaban totalmente fuera de la ley.
En mayo de 2009 se movilizaron para crear NELFA, la red de asociaciones de familias homoparentales europea. Y los europeos lo secundamos. Después, se sucedieron las entrevistas en medios de comunicación, la aparición en diferentes documentales… Para ayudarles, nos volcamos con nuestra visibilidad.
El asunto requirió de un ingente trabajo ante las instituciones, tanto francesas como a nivel europeo, sorteando las aristas afiladas en las que se mueve la política.
Pero la gran sorpresa ha venido de la mano de una parte muy numerosa de la sociedad francesa, otrora garante de la libertad, que se ha manifestado con una virulencia tan inusitada en ese país que a todos nos ha dado una grima espantosa.
Creíamos que la derecha del otro lado de los Pirineos era más tolerante, pero nos equivocamos; con la inestimable ayuda de la puta de Babilonia, ese ente atestado de arpías fuera de época y de contexto, Francia se llenó de insultos, amenazas y agresiones hacia los homosexuales.
La excusa era la de siempre: el bienestar de los niños y niñas. No querían reconocer que en el país ya hay decenas de miles de niños que viven en una familia LGTB, y que su único bienestar consiste en que necesitan estar protegidos legalmente. Como cualquier menor.
Más de lo mismo. Debates, opiniones, gritos, sesudos expertos, testimonios… Un circo mediático que en España, desgraciadamente, conocemos muy bien, y en el que, de vez en cuando, aún aparece algún impresentable removiendo la mierda (su propia mierda, quiero decir). Y es que no hay peor ciego que el que se niega a ver.
Pues señores, esto de la democracia es así.
A veces se gana, y a veces se pierde.
En este caso, ellos se joden, nosotros nos casamos y nuestros hijos e hijas están protegidos.
No le den más vueltas. Y déjennos en paz.
S’il vous plaît.

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